viernes, 25 de marzo de 2011

De cuando corazón y espíritu no son meras palabras de un bolero.


Antonio Rodríguez Salvador
Escritor, colaborador cubano en Venezuela. Fotos del autor.
Treinta y siete obras plásticas, creadas por Instructores de arte cubanos y venezolanos que laboran en la Misión Cultura Corazón Adentro, conforman la muestra colectiva “La formación del espíritu”, que desde el 25 de febrero hasta el 8 de abril se expone en el Ateneo “Miguel Otero Silva” de Barcelona, Venezuela.
Repartidos por la geografía del estado Anzoátegui, tan solo en la manifestación de artes plásticas prestan sus valiosos servicios 32 colaboradores cubanos, en su gran mayoría egresados de las Escuelas de Instructores de Arte. De ellos, un total de 19 se animaron a presentar obras en la exposición, para lo cual emplearon diversas técnicas: pintura, litografía, esculturas, cerámica…
En aparte con Franklin Fernández, destacado intelectual anzoatiguense y director del Ateneo “Miguel Otero Silva”, este me explica el alcance social de la exposición, que va más allá de la simple “reunión de obras”: “Porque educar a través del arte es algo sublime y admirable”, expresa. “No concibo a un artista aislado de su taller. El artista tiene que asumir un compromiso de lucha, de entrega total”… “Quien no enseña aprendiendo tampoco aprende. Quien no aprende enseñando tampoco enseña”
Entre los colaboradores cubanos que han aportado obras al evento, se encuentra Alexander Medina Hernández. A él lo conozco desde Cuba; tiempo atrás, en nuestra provincia, compartimos en diversos talleres de… literatura (!!!), una manifestación que constituye su segunda pasión en el mundo de las artes. A una pregunta sobre el alcance de su obra “Y extremidades”, responde con un verso: “Se trata de no renunciar aunque te ahogue la ceniza”. Siete meses atrás, Alexander se desempeñaba como instructor de arte en su natal Guayos, en el municipio espirituano de Cabaiguán, pero en ese lapso de tiempo, ha conseguido ya conformar 17 talleres de creación y apreciación artística en el barrio Bergantín de Barcelona, en el que participan más de 200 niños y adolescentes.
Ya que mencioné algunas cifras, en la apertura oficial del evento, y mientras escuchaba la intervención de Ernesto Echarry, jefe de la misión cultural cubana en Anzoátegui, realmente uno se admira de que se hubiese logrado tanto en tan breve tiempo. En solo 8 meses, la misión alcanza ya 7 municipios: Píritu, Peñalver, Valle de Guanare, Simón Rodríguez, Bolívar, Anaco y Sotillo, donde laboran 199 colaboradores cubanos.
Tal parece que fue ayer cuando llegamos a Barcelona y todo era voluntad y proyectos. Cada cual expresaba enormes deseos de trabajar; pero, al mismo tiempo, se respiraba la inquietud por ver cómo nos iría en una realidad muy distinta de la nuestra. Hoy, sin embargo, expresa Echarry, ya se han consolidado 869 talleres con 39 mil 412 participantes, y ahora el reto es llegar a otros tres municipios: Aragua, Guanipa y Clarines. Sin dramatismos innecesarios, se puede afirmar que ya nada desconcierta.
La intervención de Echarry fue sólida, amplia en conceptos estratégicos. Percibí que en su centro, y sin necesidad de decirla, rutilaba siempre la palabra “Unidad”: una Unidad que entonces sentí del mismo modo en que ahora la he escribo, así con mayúscula. Nos recordó a los mambises heroicos del 24 de febrero, las tareas que se desarrollarán en saludo al Congreso del Partido, los Cinco Héroes prisioneros en cárceles del Imperio, y también brindó un saludo especial a los instructores de arte, cuyo día fue celebrado el pasado 18 de marzo.
Cuando al fin entramos al salón, elegante por las obras, me acerco a Abilio Borrego Mijens, quien es sin dudas el alma del evento. Es el metodólogo de la manifestación en el estado, pero al mismo tiempo fue curador de la exposición en la que también expone dos de sus obras. Abilio no solo procura crear con paletas y pinceles, sino también en ese difícil campo de la promoción cultural. Es un creador de oportunidades para el arte, y por eso en la exposición se respira trascendencia. “Ya sabe que me cuesta menos hacer que hablar”, me dice a manera de disculpa, y en realidad sobran sus palabras para comprender el alcance del trabajo realizado.
No obstante a ello, me aclara que este evento no es un fin en sí mismo, es una prolongación de lo que hacemos en los barrios, escuelas y comunidades donde hay miles de niños, jóvenes y adultos con extraordinario talento. Personas que nunca habían tenido oportunidad de desarrollar lo que les late en lo hondo: recuerda que esta Misión se llama Corazón Adentro. Ahora pueden, y ya estamos por inaugurar otra exposición con niños, de todo el estado en El Tigre, donde se recoja lo mejor de lo creado por ellos. Su titulo será: “Sembrando futuro”.

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